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LOS ESPECTROS DE LO FANTÁSTICO EN LA MUERTE SE SUEÑA SOLA DE PAUL ASTO VALDEZ

Por: Alejandro Mautino Guillén

Lima, Vivirsinenterarse, 2012, 87pp.

A nuestro entender, esta narrativa fantástica no solo se materializa a través de seres como aparecidos y fantasmas, sino también como sueño, locura, angustia y con la misma simbología que encierra la compleja dualidad entre vida-muerte.

En alguna oportunidad Adolfo Bioy Casares, al comentar el prólogo de la Antología de la narrativa fantástica, que él mismo hiciera junto a Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo, señaló que “[v]iejas como el miedo, las ficciones fantásticas son anteriores a las letras. Los aparecidos pueblan todas las literaturas: están en la Zendavesta, en la Biblia, en Homero, en Las mil y una noches”. A nuestro entender, esta narrativa fantástica no solo se materializa a través de seres como aparecidos y fantasmas, sino también como sueño, locura, angustia y con la misma simbología que encierra la compleja dualidad entre vida y muerte. Esta breve introducción que anotamos parece ser el curso que nos depara la lectura de La muerte se sueña sola (Vivirsinenterarse, 2012), del joven cuentista limeño Paul Asto Valdez.

 

En el libro de Asto Valdez, se anticipa una epígrafe del poeta italiano Cesare Pavese: “vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, que funcionará como una isotopía de lo que vendrá en adelante. El libro está conformado por siete cuentos: “Yo también la quería”, “El rumbo de los sueños”, “La hija de la lágrima”, “Ícaro”, “El rostro de Soledad”, “El último paradero” y “Parte de la religión”.

 

El primer cuento, “Yo también la quería”, nos plantea una estructura temática que cavila entre el sueño y la vigilia, entre el presente y el pasado, entre el diálogo del narrador y el silencio. Es la historia de un hombre que no soporta la ausencia de la mujer cuya carencia, además, se torna angustiosa, llegando a cobrar absurdas dimensiones kafkianas: “Simplemente imagínense, echados sobre su cama durmiendo tranquilos, hasta que de pronto oyen tocar la puerta. Se levantan, bajan las escaleras descalzos, con el frío de la noche, caminando hacia la puerta, y cuando se detienen para abrir, se ven durmiendo sobre su cama. Nuevamente oyen tocar la puerta, bajan las escaleras, caminan, pero esta vez el trayecto es el doble, y cuando, una vez más, están frente a ella, aparecen de nuevo sobre la cama; así, una y otra vez, hasta despertarse a mitad de la noche totalmente aterrados”. El sueño, en el libro de cuentos, de este modo, no es un recurso estilístico, sino temático, que intenta aportar en la compleja simetría entre lo que es sueño y lo que es estrictamente realidad y complejizar la atmósfera psicológica de los personajes. El segundo cuento, “El rumbo de los sueños”, que tiene como contexto el conflicto armado interno peruano, está más cercano a una narrativa fantástica, en donde Justina, personaje principal, sueña con la presencia de juancho, ya muerto hace mucho, apareciendo este último como una visión fantasmagórica. Ella es la encargada de hacer las pintas subversivas apoyando la lucha armada tras la muerte de Juancho.

 

El tercer cuento, “La hija de la lágrima”,  es la historia mítica de un pueblo que posee ciertas deidades femeninas relacionadas a la agricultura y que son las responsables de la fecundidad de la tierra a través de sus lágrimas. Es la aventura de un típico novelista que va hacer un estudio de campo sobre la historia fabulosa de un pueblo, pero que al final termina descubriendo la ambición de un poblado sobre la felicidad de algunos personajes. El cuarto cuento, “Ícaro”, trata de la historia de la levitación del gordo Sánchez contada por su amigo; el cuento es una curiosa pieza de lo fantástico ligado al humor negro y frío. El quinto cuento es “El rostro de Soledad”, que refiere las angustias que un joven novelista tiene que pasar para intentar escribir su nueva novela y hacerla una joya literaria. Es un cuento donde un hombre se autoexilia del mundo para dedicarse al oficioso arte de escribir, pero que termina encuontrándose con la soledad de la página en blanco y una prostituta que terminará materializando todas sus ansias y angustias en el acto dedecirle su nombre: “Soledad”; mientras que él logra terminar gracias a esta develación su novela. El sexto cuento es “El último paradero”, que narra la historia del cómo un chofer de una unidad vehicular pública se enamora del fantasma de una mujer que años antes había muerto en el carro que él ahora conducía. El humor negro ligado a un aura neorromántica calibra un final de impacto en el cuento. Y, el último cuento, “Parte de la religión” , es la historia de la transformación de un abogado y burócrata en un asesino en serie. Este cuento, particularmente, está muy vinculado al relato policiaco y deudora de las series policíacas de Tv y de películas como Taxi driver.

 

Otro aspecto clave del libro, que se encuentra ligado al sueño y a la locura, es la muerte. Aparece desde el epígrafe, como señalamos líneas arriba, en la mujer muerta del primer cuento; en Juancho muerto que retorna en los sueños y como fantasma; en la conversación de las mujeres muertas en el cementerio; en el final de la familia de Eumalia (su madre, su esposo y su hijo); en la historia del gordo Sánchez, éste cree volar y se sube a un edificio y se tira; apare-

ce como “mujer” y “soledad” al final del cuento donde los personajes se funden en el fuego que los calcina; aparece en la figura de la mujer fantasma y en el chofer que se enamora de la muerte; aparece constantemente en el último cuento en los asesinatos que comete el personaje abogado y aparece como horror como un alter ego del personaje al final del relato. Hay cuentos con personajes soñados o alucinados, con metamorfosis de personalidad, con fantasías no saciadas,  con diálogos metafísicos, etc., que son variables de la gran narrativa fantástica heredada y deudora del siglo anterior.

     Por otro lado, en el libro de cuentos veo materializado una simbiosis técnica referida al efecto literario, precisamente me refiero al final abierto y a la sorpresa como efecto narrativo, donde ambas aparecen simultáneamente en muchos cuentos del libro de Asto Valdez.

   Por lo que queda decir de la narrativa de La muerte se sueña sola, esta está más cercana a la representación de una literatura de la angustia, donde lo fantástico es una catarsis, un escape de lo abrumante de la modernidad en la ciudad y de las pequeñas sociedades míticas y emergentes que se tornan muy rígidas. Dije cercana a la literatura de la angustia, pues es una narrativa que hereda los ambientes cotidianos, mediocres, los sistemas burocráticos asfixiantes; logra la depresión más aguda y absurda de los personajes, hasta el horror más kafkiano. Estas formas de representación de una metódica imaginación y su estilo incoloro, nunca obstaculizan el noble desarrollo y develamiento de los hilos narrativos de la condición humana.

 

 


 

 

 

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