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Se acabó el show

1985, el estallido del rock subterraneo

Carlos Torres Rotondo

Mutante. Lima, 2012, 294pp.

 

Por Paul Asto Valdez

Se acabó el Show de Carlos Torres Rotondo es probablemente la propuesta historiográfica más ambiciosa acerca del movimiento del rock subterráneo en el Perú. La propuesta esbozada, no trata solamente de la recopilación de datos, fotografías, afiches y revistas de toda aquella movida (que de por sí ya supone un trabajo casi arqueológico), sino que, a diferencia de lo que se estila en trabajos similares, la estructura narratológica del libro no se encuentra limitada a una visión rígida, heterodiegética; sino que apela a la entrevista constante, logrando una especie de gran polifonía en donde las voces de los protagonistas parecieran habitar encuentros y desencuentros sobre aquellos años efervescentes. Pues, si algo logra aquella estructura discursiva, es que exista más de una versión sobre los hechos específicos; como la cantidad de personas que hubo en la primera presentación de Leusemia, en donde Daniel F sostiene que fueron miles, luego Leo Escoria sostenga que a lo mucho fueron cientos de personas, para que finalmente el Kimba diga que solo fueron cincuenta personas. Sin embargo, también está el otro aspecto, que es la de llenar los vacíos que existen, como quién fue el causante de que se fuera la luz en el Festirock (1984) realizado en la Concha Acústica del Parque Salazar.

 

Por otro lado, el aspecto historiográfico de la propuesta de Torres Rotondo nos sumerge en aquella movida, y nos ayuda a entender algunos aspectos del rock peruano que todavía se encuentran presentes, y que, de alguna forma, explicarían el desnivel histórico que existe con países como Argentina. Un tópico específico, sería el lenguaje. Aquel sería un elemento constante en todos los países de habla no inglesa, como fue el caso de América Latina, en donde grupos como: Los Teen Tops (México), Los gatos (Argentina), Los Saicos (Perú), comenzaron a cantar rock en castellano. Sin embargo la evolución del rock en aquellos países tomaría rutas distintas; en México el rock sería desplazado por la balada moderna; en Argentina el rock (ayudado en gran parte por restricciones políticas) seguiría su camino ya conocido; mientras que en Perú se volvería al rock en inglés hasta bien entrada la década de los 80.

 

Es precisamente la movida del rock subterráneo que vendrá a transgredir lo establecido. La influencia del punk y del hard rock fue imprescindible para fomentar la creación de los grupos. Algo importante, que también señala el libro, es que muchas de las agrupaciones que dieron inicio a la movida no tenían formación musical; en muchos casos incluso no sabían siquiera tocar, teniendo que aprender en el trayecto, por lo que una de las características principales de aquellas primeras formaciones, era la actitud con respecto a la música, a la sociedad, a lo establecido.

 

Otro aspecto importante, es que dicho movimiento conto con la afluencia de personas de todas las clases, de todos los barrios; en donde la música y los intentos por construirse un espacio fueron suficiente para derribar las barreras que los separaban. Además que dicho movimiento no solo congregó a músicos, sino también a distintos agentes de la industria cultural, como periodistas, poetas, artistas plásticos; jugando, todos ellos, un papel importante en el movimiento.

 

Es en este punto, en donde se nota el tremendo esfuerzo historiográfico de Torres Rotondo, al recopilar no solo material fotográfico de las primeras formaciones, sino también las revistas o fanzines, así como también los afiches de los conciertos. Toda aquella recopilación visual, acompañada por las entrevistas de los protagonistas de aquel segmento de tiempo, convierten al libro en un documento indispensable para acercarse al movimiento del rock subterráneo; al contexto social y político de aquella década que sirvió tanto para su nacimiento, como reguero de pólvora, como para su declive, con la llegada del terrorismo a la capital; razones por las que Se acabó el show se convierte también en un documento sobre la memoria, protagonizado en gran medida por la nostalgia, y la historia del rock peruano, que pareciera gritarnos que todavía queda mucho por decir.

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