top of page

Lima es-cool

Max Palacios

Alfaguara. Lima, 2012, 96 pp.

 

Por Daniel Carrillo Jara

La carrera literaria de Max Palacios se ha desarrollado en Lima y se vincula directamente con el género narrativo. Ha publicado, por esa razón, libros de cuentos y novelas, como Con el diablo adentro (2001), Amores bizarros (2003) y La culpa la tiene Nabokov (2005). Una de sus últimas publicaciones, Lima es-cool (2012) –ese mismo año, se publicó la novela Si mi amor fuera cometa–, constituye una antología conformada por nueve de los cuentos más representativos del autor.

 

A excepción del primer cuento, "Crucigramas", todos los relatos se enfocan en el fracaso del vínculo amoroso. El autor, por lo tanto, se interesa en narrar un tema que ya ha sido explorado de diversas maneras en la literatura; sin embargo, es evidente que la intención de los cuentos es ligar la relación sentimental con lo extraño y con el ámbito adolescente. Entre esas dos opciones, la primera es la más prometedora para la originalidad del cuento: desde ese punto de vista, es rescatable la pretensión de renovar la temática amorosa en la literatura peruana. Lamentablemente, aquellos cuentos que, por vincular el amor con lo bizarro, podrían haber constituido narraciones realmente atractivas fracasan en la construcción de la trama. Es decir, los relatos se construyen de tal forma que la culminación de los mismos resulta claramente predecible.

 

Esta característica de los cuentos se hace especialmente evidente en "Amor fetiche" y "Amor animal". En el primer caso, el protagonista está tan obsesionado con los pies que incluso clasifica a las mujeres por la forma de estos, y sus pretensiones amorosas se adecuan a esa tipología fetichista. En otras palabras, su mujer ideal debe necesariamente poseer unos pies hermosos. Cuando el personaje empieza a frecuentar a una vecina realmente atractiva: "Nunca me fije en ella, pero en los últimos años había desarrollado su cuerpo de tal manera que era imposible no dejar de mirarla" (19), para el lector es fácil suponer que esa belleza no se conjugará con los pies que el protagonista busca: "Me senté sin despegar la mirada de sus extremidades. Cuando descubrió sus pies me preguntó: -Son un poco feos, ¿no?" (20). Por otro lado, en el segundo cuento, Candela insiste en regalarle una mascota a su novio Sebastián, por lo que él termina comprando una tortuga carnívora que debe ser alimentada con lechuga y carne molida, y que debe ser puesta en agua dos horas al día. Para ella, la tortuga constituye una metáfora de su amor: si descuida a la mascota significa que tampoco sabe valorar su relación. Por ello, Candela afirma: "Te voy a decir una cosa: si ese animal se muere, ve haciéndote la idea de que lo nuestro no va a funcionar" (44). Posteriormente, en la lectura resulta sencillo intuir qué ocurrirá con los protagonistas: la tortuga muere y, por supuesto, la relación no funciona.

 

El mundo adolescente es otra forma en la que el amor se contextualiza. Esta característica de los cuentos constituye el aspecto más problemático del libro, ya que la conducta adolescente se expande hasta constituir también la norma actitudinal de los adultos. La personalidad adolescente se muestra en los cuentos sumamente frágil y voluble: los personajes cambian de opinión sin razón aparente o, en todo caso, sin ninguna explicación en el relato. No existe, por lo tanto, una profundización psicológica en los sujetos que permita al lector entender o interesarse por sus motivaciones. Esta conducta irracional podría vincularse exclusivamente con los adolescentes –probablemente constituiría entonces una crítica al mundo juvenil de la Lima actual–; sin embargo, los adultos actúan de la misma forma. Por esta razón, es inevitable concluir que este aspecto constituye menos un rasgo característico del sujeto adolescente que una equivocada construcción de los personajes.

 

En "Crucigramas", Alberto Paredes es un profesor realmente preocupado por la educación de sus alumnos, por lo que prepara un "plan de lectura […] para todos los alumnos del colegio, desde el primer año hasta el quinto" (12). Sin embargo, para el director del colegio, el mejor método de enseñanza es el empleo de crucigramas en cada una de las clases de los cursos de letras. Lo absurdo de la propuesta solo ocasiona la molestia y la frustración del profesor: "Alberto salió un poco confundido, pero a la vez molesto. Todos los años de estudios que había invertido en la universidad, qué utilidad tenían si el director del colegio en el que trabaja resumía todo a la resolución de crucigramas. «Gordo loco –pensó–, cómo cree que los alumnos van a aprender con crucigramas. Está mal de la cabeza»" (13). A pesar de su evidente disgusto, basta un fin de semana preparando crucigramas para que Alberto apoyé totalmente la inusual metodología: "Cuando el director del colegio convocó a la reunión de profesores de letras para anunciar los nuevos cambios, Alberto fue el primero en apoyar y aplaudir tal decisión. Se volvió tan aficionado a los crucigramas que incluso se animó a participar en los concursos de crucigramas que organizaba un diario de gran circulación" (15). El radical cambio nunca es explicado en el relato; no se entiende, pues, cuál es la motivación del personaje. Es necesario aclarar que la situación en sí misma no es inverosímil: la actitud del protagonista es inentendible debido a que en la construcción del cuento no hay lugar para ahondar en la psicología de Alberto ni para explicar las causas de su comportamiento.

 

La conducta del protagonista de "Crucigramas" resulta paradigmática: Leopoldo, profesor próximo a jubilarse, cambia toda su forma de vestir y toda su rutina del fin de semana porque una alumna lo besa cerca a los labios ("Jubilación"); un profesor homosexual hace el amor con su alumna en el baño de un bar para que ella ya no se le acerque ("La culpa la tiene Nabokov"); Álex rompe furiosamente la pared de triplay de su cuarto, porque le piden que haga silencio mientras afina su guitarra ("Amor underground"); entre otros casos. Todas esas actitudes resultan desconcertantes, e incluso inverosímiles, debido a la inadecuada construcción de los personajes.

 

Con respecto al título de libro, es claro que el autor quiere resaltar la ambigüedad de la expresión: "Lima es-cool". Por un lado, se vincula con la idea que la ciudad es maravillosa; por lo tanto, el título constituye una suerte de contradicción con los temas de los cuentos. Se entiende, entonces, que a pesar de lo terrible de los acontecimientos cotidianos, Lima conserva su carácter prodigioso; esta interpretación se confirma en las primeras páginas del libro: "Lima es horrible. / Lima es chicha. / Lima es horrorosa. / Lima es gris. / Lima es folclórica. / Lima es pituca. / Lima es provinciana. / Lima es nice. / Lima es-cool" (9). Sin embargo, es posible ensayar otra interpretación si consideramos el análisis realizado anteriormente: Lima es también como un colegio (es-cool, school, colegio), debido a que sus habitantes actúan de la misma forma que los adolescentes que acuden a clases. Los protagonistas de los cuentos son similares a los estudiantes de un colegio, ya que actúan de la misma forma deliberada, pero inexplicable; son, por lo tanto, sujetos cuya psicología ha sido simplificada. Esa simplificación es también una característica de la prosa de los relatos.

 

bottom of page