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Tras leer El elegido, termina siendo un alivio descubrir que tu libro no es una repetición escueta de lo mismo que se viene leyendo casi siempre. ¿Qué opinas de la poesía joven o generacional?


Creo que la palabra correcta es generacional más que poesía joven; por ejemplo, Bolaño decía en los noventas que la poesía de Pimentel era una poesía joven, y se puede decir lo mismo de Moro o Eielson, porque es fresca, viva; porque siempre está ahí. El termino sin duda es generacional. En la poesía generacional se pueden encontrar cosas dispersas; pero también se tiene que dar cuenta de que uno está influenciado porque vive y se desenvuelve aquí en Lima; conoce a los autores, va a las presentaciones y entrevista a la gente. Hay que tomar en cuenta ese término. 
Perú es un país privilegiado, es un país de poetas. Yo generacionalmente conozco, por mi labor de promotor cultural, a la mayoría de poetas que han publicado en los últimos 15 años y siento que hay algunos trabajos que sobresalen, como también siento que hay una tendencia de publicar por publicar. La mayoría de poetas que admiro y que están muertos reniegan de su primer libro. Pizarnik odia su primer libro, ni siquiera lo mencionaba en sus reseñas; sobre el primer libro de Hinostroza, hay un mito urbano: que él compro todos, que los desapareció. Entonces yo siempre tuve miedo de publicar; mi primer libro lo publiqué casi a los 29 años, cuando hay gente que a los 29 años ya tiene 4 o 5 libros, yo no quería cometer ese error, publicar tan rápido. Uno puede estar en el ambiente, ir a las presentaciones; lo cual es muy diferente a tener una perspectiva de la poesía. Yo creo que la poesía en el Perú va por un camino interesante; que a decaído, es cierto, ya no hay pues un En los extramuros del mundo como primera edición, es muy raro; lo que se ve una diáspora de publicaciones, todo el mundo publica, todo el mundo hace reseñas.

En El elegido observamos un canto épico, una transición ceremonial desde la concepción misma del Danzak hasta la búsqueda de redención y armonía con su propia naturaleza, convirtiéndose así en  un poemario que se aleja de los cánones actuales; sin embargo, está de manera explícita la relación con la obra de Arguedas, específicamente con la Agonía de Rasu Ñiti, sin ser esta obra poesía propiamente dicha. ¿Cómo explicarías la influencia de Arguedas siendo un autor que ha influenciado sobre todo como narrador que sobre la poesía en general?


No hay que olvidar que Arguedas publicó un poemario, Katatay, en el cual encontramos una poética marcada en sus textos; osea, no me van a decir que en partes de Los ríos profundos leídas en voz alta no hay una músicalidad genial, inclusive las cartas que hay en El Zorro de arriba y el zorro de abajo, hay un poética latente. Arguedas era un  artista en general, no solo  un narrador, podía hacer todo y en todo dejaba la marca de la poesía o del arte en general.

Sobre Todas las sangres de Arguedas, ¿Cuál es tu visión?


No la he leído, no puedo hablar de eso, pero sí hablo del espíritu de Arguedas, he leído Los ríos profundos, Katatay, y sí, me influenció mucho; pero también me influencio Juan Ramírez Ruiz en Las armas molidas,  su obra resalta el espíritu peruano y revindica mucho el mundo andino; sobre todo el hanan. Sabes que antes de la llegada de los españoles existía en la cosmovisión andina el kai, urin y hanan, que eran las divisiones de su universo, el hanan era el cielo, los cristianos lo llaman el edén o el paraíso, los orientales el nirvana; es decir, un estado superior del alma, eso era lo que me interesaba; osea ¿por qué yo puedo tener espiritualidad o llegar a un  estado superior solamente desde el cristianismo, budismo o desde lados que no  me pertenecen?, yo no vivo acá, acá no está mi sangre, es en ese momento que cuando yo veo a los danzantes de tijeras por primera vez quedé impactado. Toda esa profundidad, la vehemencia de la violencia: caminan sobre fuego y se meten agujas en los labios y tragan sapos; eso es solo la superficie de lo que sé, lo que se muestra, la parte que más vende, lo que muestran cuando se van a Japón o a Washington; digamos que la parte artística. Pero, sin embargo, descubres todo un universo interesante. Todos los danzantes son maestros, auqui cunas (sacerdotes), llámalo brujo, chaman, usa el término occidental que quieras. No son solo individuos hincándose el cuerpo.

El despistaje
John Martínez

¿Tu poemario es una especie de búsqueda de nación?


Es un registro del encuentro de poder que ha sobrevivido a la invasión occidental. Yo he encontrado poder, no sé si sea Dios, amor, pueden llamarlo como quieran. Nunca me sentí tan paja, tan lleno de Dios o del mundo que en ciertos momentos con los danzantes, eso para mí fue genial, cada vez que podía  dejaba de grabar a los danzantes y escribía.

¿Cuánto trabajo de investigación tuviste que hacer para concebir el libro?


Es un mundo hecho de las sombras, casi toda la investigación vino después. Comencé primero por quien antes había hecho algún libro sobre danzantes, comencé a transcribir algunos textos y no encontré mucho, entonces decidí que más que hacer una investigación teórica, debía trabajar en base al asombro, que fue el sentimiento inicial que me hizo escribir este texto, o por una frase que me llamaba la atención. En mi texto hay algunas palabras en quechua, situaciones que tuve que investigar con algunas personas. Lo difícil fue ganarme la confianza de los danzantes, mientras trabajaba con ellos, y que me mostraran cosas que fueron las que me hicieron llegar al asombro de los poemas.

Estabas trabajando junto a Gabriela Yepez, directora del corto premiado en Cannes: Danzak


Yo trabajaba con ella, Gabriela Yepez, productora y directora en ese corto, que estudiaba en la universidad de Texas y venía a grabar su trabajo final; íbamos a grabar Danzak, fueron dos semanas conviviendo con los danzantes, y me di cuenta que me asombraba ese mundo, hubo muy buen trato con Gabriela, cuando se fue a Texas presentó su corto y cada vez que venía a Perú me llamaba y grabábamos. Ella aún seguía con el asombro de los danzantes.
En el 2008 comenzamos a trabajar en una obra de teatro de Yuyachcani sobre niños danzak y  luego salió un reportaje en el canal siete, yo estuve ahí grabando en los ensayos, ahí tuve la suerte de conocer  a Chimango Lares, que es el mejor músico peruano que existe para mí. Gabriela me dio esa oportunidad y confianza, tanto que tres años después, vino una japonesa y  un alemán con Gabriela para un proyecto de un productor de Nueva York para la NHK. Nos fuimos a la fiesta del agua en Andamarca, a convivir semana y media con los danzantes desde las 4 de la mañana que se levantaban hasta la media noche.

Entonces llegaste a conocer la idiosincrasia de los danzantes


Claro, me dieron la confianza de observar, de estar ahí, de escribir mis poemas desde el asombro, yo he visto el poder en persona, y eso yo me lo he ganado.

¿Y cómo hiciste con tú visión occidental frente a eso?
 

El último poema del libro, el de cuatro estrofas, del pata costeño occidental que llega a los Andes y le sacan la mierda, literal y espiritualmente hablando; pues mi visión occidental es planteada así en el poema. Esa experiencia para mí es poesía, nosotros queríamos hacer una pagapa y grabar escenas en Yanapaccha, conocida también como cataratas negras, y grabamos escenas para los japoneses; salimos a las 5am, yo llevaba el trípode, y cuando llegué arriba, sentí que el apu me había absorbido, me dejó sin aliento; sufrí un montón para llegar, todo era como un reencuentro, sentí que toda la poética que me daban los danzantes mediante la danza y su poética, yo ya la conocía de alguna manera, la poesía me daba esa sensación, es una cosa locasa, como epifanías pequeñas verdades absolutas que luego desaparecían pero ya la sentiste pues.

¿Te costó mucho encontrar el lenguaje para poder llevar tu experiencia trascendental al papel?


Puede ser, no hay palabra quechua para demonio. La palabra supaypa wasin tusuq no es la definición exacta, yo no puedo decir muchas cosas, yo escribo. Cuando estaba en Andamarca, ya eran tres años escribiendo, quizás la observación y el asombro ayudaron mucho, además me di cuenta que todo ese universo ya tenía un lenguaje, sumándole eso lo que ya tenía escrito no fue tan difícil.

Cuando piensas en tus próximos trabajos ¿Cuesta mucho afrontar la buena recepción de una anterior publicación? ¿qué hay después de El elegido?


En lo inmediato no estoy interesado en publicar algo nuevo. Quiero, más bien, reeditar el poemario; quizás publicarlo afuera. Nosotros realizamos desde el  2010 el Festival de poesía de Lima, en octubre es la cuarta edición. Me interesa escribir y que lean lo que escribo, pero por lo pronto tengo un libro trabajado que se llamará Larc, que es el dios griego del hogar. Hay una tradición respecto a la familia y partiendo de eso muestro mi propia experiencia. Está casi terminado y también tengo otro proyecto llamado “Dioses paleolíticos”, siguiendo la línea de Danzak, sobre la ciencia y el conocimiento no occidental. No todo lo que no sea occidental es basura, yo he descubierto a través de la ciencia andina que hay todo una mística y un conocimiento muy importante por descubrir y el libro básicamente es la investigación del cómo era la humanidad antes del diluvio; partiendo de eso,  en el supuesto de que los últimos grandes filósofos hubieran sido los griegos y el hecho de que casi la mayoría de los griegos se tuvieron que ir a Egipto, etc, etc.

Creo que hay un saber que no conocemos por ser antiguo o inédito, pero que es muy válido. Por ejemplo, el primer dios ha tenido que ser el árbol; o sea, el hecho que encontremos registros en piedra no significa que no hayan tenido que trabajar en madera, que es un material más moldeable. Tengo ese libro que es a partir de estudios antropológicos; mitos peruanos, como el del dios Kon ; los huacones, Chavin, Vichama, que si unos lo estudia son los mismos que se repiten en México y Japón; estuve investigando eso. También estuve haciendo algunos trabajos audiovisuales como videopoemas, así como trabajar la reedición de El elegido, además sale este libro de antologías de poetas del 2000, y acabo de reeditar una plaqueta que es más un artefacto que otra cosa.

¿Cómo te encuentras tu dentro de toda esa diáspora?


Me parece un trabajo medio lerdo eso de estar viéndome en donde estoy, porque somos contemporáneos y recién queremos hablar de nosotros, ¿Que paso en los 90? ¿Por qué no hacen una antología, porque estamos hablando de Kloaka y Hora cero? Han pasado quince años desde la primera publicación de Idelfonso, 15 años de la primera publicación de Victoria Guerrero; deberíamos hablar de Ñaupari, por ejemplo. Yo creo que el tiempo nos va a dar un poco más de distancia para hablar de nosotros; ahorita nos gana la envidia, el desconocimiento y la falsa publicidad. A mí me interesa andar con creadores y no me importa si su trabajo va a trascender, yo soy escritor y a eso me dedico, lo demás se lo dejo a la crítica y a los críticos, a pesar de que en este país no hay critica,  hay  críticos.

2009 - Publicó su poemario Collage de viaje  (Editorial Altazor)

2010 - La plaquette Doblando (Edición de autor)

2011 - El poemario El Elegido (Casa Katatay Editores)

2013 - Poemas suyos han aparecido en revistas impresas y webs del Perú y el extranjero. Ha realizado trabajos de video poesía junto al videasta Jair Uzziel. 

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