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FUEGO CRUZADO

Pantera Negra & Librería Amauta. Huaraz, 2013, 82 pp.

Por Wilder Caururo Sánchez

La producción de Edgar Norabuena en la literatura ancashina se remonta al año 1997 con la publicación del poemario El grito del silencio. Desde aquella época hasta hoy hemos visto la evolución de su escritura, la cual ha sido acreedora de un buen número de reconocimientos que no hacen sino confirmar su calidad estética. Los que venimos siguiendo con especial interés la sucesión de su obra narrativa, que se inicia con El huayco que te ha de llevar (2007), podemos manifestar que esta ha ido progresando interesantemente hasta convertirse en uno de las narrativas ancashinas más destacadas de los últimos tiempos.

 

Norabuena pertenece a la categoría de escritores andinos, y con la reciente publicación de Fuego cruzado. Relatos de la violencia terrorista (Pantera Negra & Librería Amauta Editores, 2013) se une a la lista de escritores que desarrollan la temática de la guerra interna, que solo supo traer desolación y aflicción a nuestra patria. De este modo realiza un serio viraje dentro de su itinerario narrativo para tratar sobre un tema que ha dejado graves secuelas en nuestra historia presente.

 

Entre los cuentos que componen el libro resalta la referencia a un pueblo que ha sido víctima del enfrentamiento entre el ejército y las huestes subversivas de Sendero Luminoso llamado Uchpa. Lo que le acaece a este pueblo es solo una muestra de lo que significó este evento trágico para nuestro país: el conflicto más sangriento de nuestra historia que, debido a las profundas brechas sociales y culturales que nos separan, ocasionó que las víctimas fueran los más débiles y marginados Uchpa es, por tanto, un espacio ficticio que recrea sucesos reales. Es por ello que los personajes de estos cuentos se encuentran sin escapatoria alguna, desesperanzados y sin posibilidad de encontrar refugio ni en el bando de los subversivos ni en el del Estado, que resultó ser tan cruel y sanguinario como aquel que pretendió combatir, y así, como se indica desde el título, sufren las consecuencias de exponer el cuerpo en un enfrentamiento donde las balas van de un lado a otro, en fuego cruzado. Uchpa, por obra y gracia de esa violencia, termina convirtiéndose en un pueblo fantasma donde las heridas aún no cicatrizan y los terribles horrores persisten en la memoria: "Ahora no es más que un montón de chozas en las que habitan el rencor y la sed de venganza. Uchpa no es más que un montón de bocas abiertas que claman por sus huesos, un manojo de brazos que empuñan las injusticias que sufrieron, un atado de pupilas aterradas que piden ver el día en que el sol salga con rayos de igualdad" (Pg. 77).

 

Aunque ficciones, estas historias reconstruyen verosímilmente el sentimiento de orfandad del hombre andino que experimenta cómo el mundo occidental acomete por ambos lados (el del Estado y el del insurgente) la apacibilidad de la comunidad, destruyendo todo lo bello que hay en ella.

 

 

Con este libro, Norabuena demuestra haberse convertido en uno de los más destacados narradores ancashinos de estos últimos años. Aunque ya resaltaba por su conocimiento de la tradición oral, así como por el apto manejo de las técnicas narrativas modernas, en estos cuentos hace gala de un lenguaje más depurado, cargado de un auténtico lirismo andino; apreciamos en su pluma la esencia de una guerra en la que su sensibilidad aprisiona el dolor, el miedo, la angustia y la desesperación de seres acometidos por el terror mucho más allá de la muerte, como en el cuento "Rostro bajo la luna", en el que los elementos de la naturaleza se compadecen de un campesino perseguido por los senderistas :

 

(…) Salta, salta como ágil puma por sobre nuestras copas y no te dejes llevar a que te degüellen como a cualquier bestia... vuela, vuela como cernícalo por entre nuestras ramas y desaparece detrás de las nubes. Vuela alto para que estas sucias uñas no te cojan y no te estén haciendo pasear como a cualquier dañino…Corre, corre, wambrallay wambra, como zorro de la puna escúrrete por entre los arbustos y escóndete bien dentro de la mamatierra para que el apestoso hocico de sus fusiles no vaya a olerte la vida y terminártela de un balazo (Pg. 39).

 

El libro está compuesto por cuatro cuentos y cuatro relatos breves. Estos últimos se entrecruzan entre las historias como una especie de evocaciones, reflexiones y letanías. Desde nuestra óptica, la incrustación de esos relatos le otorga una coherencia magnífica a la atmósfera creada en el libro como conjunto, como en "I" donde se evoca con acierto el lenguaje militar que en aquellos años se usaba para azuzar a los soldados en su sangrienta lucha contra el senderismo:

 

"¡Formación de carácter, perros!... Cazar un perro y comérselo entre todos. Chapar una chola, mejor si es tuca tuquita pendejita, y meterle el fusil entre todos hasta vaciar todas las cacerinas. Formación de carácter, perros. O todos vivos o todos muertos. Aquí no hay suertudo que se salvó de la masacre porque le rezó a la virgencita o a su santito o el lechero que se volvió invisible a la hora de la balacera. El que se salva solo es por marica, por cabreado, porque vendió a sus compañeros por su perruna vida, porque puso el culo en el lugar del pecho…" (Pg. 29).

 

En conclusión, con esta obra Edgar Norabuena ha puesto en evidencia que es un trabajador comprometido con su arte, un persistente forjador de historias y alguien que nunca renegará de su andinidad ni de su pasado como miembro activo del ejército peruano. Consideramos que la trilogía de relatos sobre la violencia política que ha iniciado con esta primera entrega se constituirá en referente ineludible dentro de los textos que abordan esta temática a nivel nacional y que mantienen abierta la polémica sobre un sistema avasallado por la injusticia y la amnesia colectiva.

 

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