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La felicidad de hallar felicidad

Por Edwin Angulo

Pakarina ediciones. Lima, 2011, 64pp.

La felicidad de hallar felicidad (Pakarina, 2011) de Daniel Gonzales Rosales (Huaraz, 1976) da cuenta de una sensibilidad inconscientemente conflictiva. Compuesto por siete relatos estructuralmente heterogéneos, el libro encuentra cierta unidad a partir de los sentimientos de solidaridad que envuelven a sus personajes en medio de un ambiente que, aunque cotidiano, se encuentra marcado por los conflictos que traen consigo la migración y, en algunos casos, por una sensibilidad profundamente marcada por la ausencia paterna.

 

Así, en "El plan perfecto" nos encontramos con la historia de un grupo de escolares que deciden robar una panadería con la intención de obtener el dinero suficiente para financiar sus viajes de promoción. Cada personaje, proveniente de una realidad familiar distinta, nos expone las diferentes aristas de un suceso que, analizado desde sus propias conciencias, sobrepasa el plano delincuencial para ser visto como una acción de compensación y justicia ante las dificultades económicas y familiares que padecen y los hermanan.

 

Algo semejante encontramos en "La felicidad de hallar felicidad", que nos narra la historia de Guillermo, un joven que encontrará la felicidad accidentalmente al descubrir la vida de Carmen, una joven madre soltera con la que coincidirá constantemente en el bus. La felicidad, para Guillermo, emergerá de la contemplación de la indomeñable actitud de Carmen ante la vida que se le muestra aparentemente adversa (migrante, madre soltera y docente escolar en una institución pública). Contemplación que derivará en amor, consecuencia de la empatía, la solidaridad y la admiración.

 

"Unos caramelitos, pa ran pan pan", nos conduce, en cambio, por una reflexión de la vida conducida por las experiencias de Manuel, un joven hijo de migrantes que se dedica a la venta de dulces a través de Mary, personaje que asume, mediante una típica parodia del género femenino, para promocionar su producto. Este relato, particularmente, destaca del resto debido al grado de realización que alcanza el personaje-narrador. Manuel tratará de conciliar dentro de sí aquellos ámbitos de su vida que siempre trató de forma aislada, como si Manuel y Mary tuviesen vidas distintas e independientes; aunque insinuándose de forma cada vez más latente el hecho de que es Manuel quien va convirtiéndose en el personaje, mientras que Mary, en el nuevo yo que lo dirige.

Los tres relatos expuestos definen, sin duda, la importancia que podría tener la publicación de La felicidad… dentro de la literatura que se podría considerar representativa del departamento de Ancash (a la que se debe la presente edición de Distopía Literaria). Los otros cuatro, al margen de su posible calidad estética ("Día de pesca", por ejemplo, ganó un concurso de Literatura infantil y juvenil realizado por el INC-Ancash), carecen de alguna dimensión crítica que los soporte más allá de lo anecdótico, o que anuncien una representación novedosa, distinta al de las canónicas.

 

Tal es el caso, por citar uno, de "Primera vez", que nos muestra una apreciación excesivamente conservadora del rol de la mujer dentro de una familia urbana-moderna: una recién casada desesperada porque se da cuenta que no sabe cocinar el primer día de matrimonio. Relato cuyos máximos picos de representación cuestionadora se hallan en pasajes como "No era justo, él fuera y ella en este embrollo. ¿Y su liberación femenina? Mejor cocinar algo ligero, una ensalada; si supiera hacerla" (Pg. 61).

 

Entonces ¿Existe una unidad conceptual o temática que justifique la publicación como estructura? Al parecer, como conjunto, ninguna más allá que el autor mismo, valga decir, a partir de su calidad de representante de la literatura Ancashina contemporánea, pues, aunque el texto cuente con un interesante prólogo de Javier Morales Mena, este, desde el título ("La nostalgia del padre. A propósito de la felicidad de hallar felicidad de Daniel Gonzales Rosales"), nos señala un tópico que no articula a los siete relatos y que, por lo tanto, no ayudan a justificar una publicación orgánica bajo el formato de libro ¿No contaba el autor con algunos otros relatos más adecuados? En todo caso, cabe esperar que Pakarina ediciones tome en consideración algunos de estos aspectos con la finalidad de entregarnos un producto más elaborado y con menos páginas que aparenten relleno.

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