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Un zombi ilustrado y otras anomalías

Por Gonzalo Del Rosario

Fondo Editorial de Nuevo Chimbote. Chimbote, 2012, 82pp.

Demás estaría recordar que la región Ancash ostenta una tradición narrativa de primer nivel. Autores como Carlos Eduardo Zavaleta (Caraz), Julio Ortega (Casma), Oscar Colchado Lucio (Huallanca) y Luis Fernando Cueto (Chimbote) bastarían para convocar a un gran número de amantes de la literatura en cualquier evento cultural.

 

Asimismo, de los escritores mencionados, se puede decir que sus incursiones noveladas sobre el conflicto armado interno son lo más trascendental de su obra: Adiós Ayacucho, Rosa Cuchillo, Días de fuego y Ese camino existe, o el cuento "El padre del tigre", dan fe de ello.

 

En este sentido, ¿en qué tradición podríamos ubicar a Un zombi ilustrado y otras anomalías (Fondo editorial de Nuevo Chimbote, 2012) de Freddy Arteaga Canessa? Este autor, nacido en Nuevo Chimbote en 1988, es una de esas aves raras que aparecen cada cierto tiempo y rompen con los moldes de una tradición asentada por décadas.

 

Esto si pensamos en ¿qué relación podrían tener zombis, vampiros, casavampiros, caballeros cruzados y monjes suicidas en medio de ciudades cosmopolitas como Nueva York, Londres o Stuttgart con el caluroso puerto de Chimbote; o, más específicamente, con el distrito de Nuevo Chimbote? A mi parecer, nada; y eso convierte a esta colección de cuentos en una obra sumamente interesante.

Desde el título ("Un zombi ilustrado…") podemos imaginarnos lo que vendrá; pero cuidado, lo que para muchos no sería más que otra fórmula eficaz por encontrar un nombre "marketero" e ideal para introducirlo en los planes lectores de las secundarias (su destino primigenio) aprovechando la coyuntura mediática y la moda, en realidad, trasciende el género; y esto lo determina la ironía y el humor negro en el que están envueltos sus personajes: hay cuentos sobre vampiros, pero ni por asomo estamos ante el bodrio de Crepúsculo.

 

Para muestra solo basta ojear el cuento que titula el volumen: "Un zombi ilustrado". Aquí el protagonista narra cómo devino en un muerto viviente por la vía sexual gracias a su novia. Esto significaba que lo último en descomponerse sería el cerebro, por lo que reclamaba que, por pertenecer a una minoría de muertos vivientes racionales, se respetaran sus derechos y se promoviera su inclusión en la sociedad. Una narración trabajada con un muy fino humor negro, si cabe la contradicción.

 

Otro de los blancos de su burla es la frivolidad del mundo editorial, reflejada en los relatos "Una estrategia editorial" y "Revelaciones editoriales". En el primero, Thomas Haller (¿Thomas Mann y Harry Haller?) es un famoso escritor alemán cuyo agente, debido a la crisis editorial, no tuvo mejor idea que incluir unos cupones en la contratapa de la reedición de sus obras completas, para que los cinco ganadores del sorteo puedan ver a su autor de culto escribiendo en una urna de cristal, tal cual una bestia de circo.

 

En el segundo, un monje que se la pasa rezando del mediodía al anochecer consigue decodificar información clasificada por los ángeles, la cual probaba que en el cielo se editaban libros; incluso de autores como Bukowski o Sartre, o de suicidas como Hemingway y Sylvia Plath.

 

La música ocupa un lugar especial con las narraciones dedicadas a Robert Johnson, en "El blues del diablo"; a Syd Barret, en "El diamante de los dioses"; y en la triste "A jazz story". Asimismo, su tributo a Moby Dick en "Navegando aguas infernales", la crudeza medieval y sanguinaria de "Epístola de un cruzado", y el envolvente relato que cierra el volumen, "La hija del dragón", constituyen lo más destacado de Un zombi ilustrado y otras anomalías.

 

Un debut prometedor para un autor que, como repito, sale del molde de los escritores ancashinos y abre un nuevo surco por el que posiblemente hayan de transitar, sino lo hacen ya, más autores de su generación; yendo a contracorriente de aquel pensamiento retrógrado que lleva a pensar a muchos que la literatura fuera de Lima solo se centra en la problemática de su contexto regional.

 

Esto habla, a su vez, de la proyección del Fondo Editorial de la Municipalidad Distrital de Nuevo Chimbote y su editor, el poeta Dante Lecca; quienes, contra todo pronóstico para una entidad pública, están apostando por aquella literatura no convencional que se burla de status quo, o mejor dicho, están apostando por literatura, a secas.

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